En movimiento
Avanzó unos pasos con cautela y se detuvo, observándonos como si evaluara nuestra reacción. Era evidente que aquel lugar no era nuestro destino final. James y yo nos miramos, comprendiendo que el viaje aún estaba lejos de terminar. “Supongo que seguiremos adelante”, dije, tratando de sonar más valiente de lo que me sentía. La leona, sin inmutarse ante nuestra vacilación, nos empujó hacia adelante con determinación.
Cerca del muro
El camino dio una curva cerrada y, de pronto, nos vimos bordeando lo que parecía un antiguo muro derruido, parcialmente devorado por la tierra. “Mira esto”, dijo James, deslizando los dedos sobre las piedras cubiertas de musgo. Asentí con la cabeza, intentando imaginar lo que aquello había sido en el pasado. “Parece que nos hemos topado con algo antiguo”, murmuré, intrigada por la posibilidad de que ese lugar guardara una historia por descubrir.

