Rastros de vida salvaje
A medida que nos acercábamos, la espesa maleza fue dando paso a senderos bien transitados que cruzaban la zona, evidencia clara de que los animales solían moverse por allí. “Parece una autopista para la vida salvaje”, bromeé, señalando las finas líneas que serpenteaban por el claro. James rió por lo bajo, observando los senderos con interés. La leona continuó guiándonos, moviéndose con destreza entre la red de huellas, asegurándose de que no nos desviáramos. Ahora estábamos en su mundo, siguiéndola con confianza hacia donde ella decidiera llevarnos.

Rastros de vida salvaje
Una parada momentánea
Muy cerca, un gran árbol caído formaba un refugio natural con su enorme tronco y las ramas enmarañadas que lo cubrían. La leona se detuvo allí, y su lenguaje corporal dejaba claro que ese lugar tenía algún significado. “¿Por qué parar aquí?”, se preguntó James en voz alta. “¿Crees que hay algo que deberíamos ver?”, aventuré. Su mirada oscilaba entre nosotros, como si intentara guiarnos con intención silenciosa. Había una expectación palpable en su quietud, una especie de llamado que nos instaba a descubrir el motivo detrás de sus constantes y significativas pausas.

